Tuesday, November 27, 2012

Los Cincuenta Años Del Concilio: Iglesias Orientales y Latinas: Iguales en Dignidad



Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.

(Photo courtesy of Catholic News Service)
 
 
Por el Arzobispo William C. Skurla

 
Un tema del Concilio Vaticano Segundo fue el estatus de las Iglesias orientales católicas.  Estos son grupos de cristianos orientales relativamente pequeños quienes han llegado, casi todos, a una comunión total con la Iglesia católica en los últimos siglos.  Casi todos formaban parte de la Iglesia ortodoxa que había permanecido alejada de la Iglesia católica.  Las Iglesias orientales católicas más grandes hoy son la Iglesia Greco-Católica Ucraniana (con 4.3 millones de miembros); la Iglesia Católica Siro-Malabar de la India (con cuatro millones), la Iglesia Católica Maronita del Líbano (con 3.3 millones), y la Iglesia Greco-Católica Melquita del Medio Oriente (con 1.6 millones). 

Durante mucho tiempo no estuvo claro cuál era el estatus de estas iglesias.  Muchos equiparaban a la iglesia Católica con la gran tradición Latina que se había desarrollado en Europa Occidental, y centrada en Roma.  Estas Iglesias orientales seguían tradiciones que a veces diferían de manera significativa con las tradiciones latinas.  Entonces surgió la pregunta de si los orientales católicos tenían una situación equiparable a los latinos católicos.  Muchos católicos pensaron que no.  Es más, en 1742 el Papa Benedicto XIV había emitido una Encíclica en la que se refería a la “superioridad” y la “preminencia” del rito latino, y a su vez animaba a los orientales católicos a que permanecieran fieles a sus tradiciones.

Durante el Vaticano II, los Padres del Concilio estudiaron esta situación y como resultado presentaron el Decreto Orientalium Ecclesiarum (Sobre las Iglesias Orientales)  y que fue aprobado el 21 de noviembre de 1964.  El decreto define las enseñanzas más significativas, y  guía las relaciones entre las Iglesias.

Primero, el decreto enseña con firmeza que en la iglesia Católica las diferentes tradiciones orientales y occidentales tienen “igual dignidad”, y que “ninguna de ellas es superior a las demás”.  Por lo tanto no existe conexión entre el número de personas que siguen una tradición en particular, y el valor de dicha tradición.  Todas estas las tradiciones, dice el Concilio, son parte de la herencia de la Iglesia universal.

El documento también se enfoca en el papel de los Patriarcas que dirigen seis de las Iglesias orientales católicas, y hace un llamamiento para el restablecimiento de derechos y privilegios que estas iglesias poseían en el primer milenio.  Esto significa que los Patriarcas tendrían mayor autonomía y que por ejemplo, ellos y sus Santos Sínodos podrían  establecer nuevas diócesis y nombrar sus propios obispos dentro de sus territorios.  Esto es ya la práctica común dentro de estas iglesias.

El decreto considera temas de tipo sacramental.  Contrario a la práctica latina en la que los obispos son los que confieren la Confirmación, ahora los sacerdotes de la Iglesia católica oriental podrían conferir este sacramento  de acuerdo con las tradiciones antiguas.  El documento también restaura el diaconado permanente en la Iglesias orientales católicas, y declara que cuando un católico contrae matrimonio con un cristiano ortodoxo en una ceremonia ortodoxa, ese matrimonio es válido, pero se debe antes obtener permiso del obispo católico, aunque solo por legalidad. 

El texto anima a los orientales católicos a participar en el diálogo con las Iglesias ortodoxas locales para llegar a un acuerdo en común sobre una fecha para la celebrar la Pascua, aunque esta difiera de la fecha en la que los católicos la celebran.  Por ejemplo, los católicos en Grecia celebran ahora la Pascua guiándose por el calendario ortodoxo. 

En general, el documento exhorta a los orientales católicos a entablar relaciones con sus homólogos ortodoxos con un espíritu ecuménico de apertura y respeto.  Esto reitera la enseñanza católica de que las Iglesias ortodoxas tienen sacramentos válidos, y que en muchas circunstancias es posible compartir los sacramentos con ellos.

Orientalium Ecclesiarum aclaró el lugar que los orientales católicos ocupan dentro de la Iglesia católica.  Esto ha tenido muchas implicaciones para las Iglesias orientales católicas que hoy son más fieles testigos que antes a sus antiguas tradiciones orientales. Aún quedan asuntos en los que hay que trabajar, como por ejemplo la posición del clero casado en estas iglesias, pero las enseñanzas y la ley canónica de la Iglesia católica proclaman el valor y la autenticidad de sus tradiciones.

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Arzobispo William C. Skurla está a cargo de la Archieparquía de Pittsburgh y es director de la Iglesia Católica Bizantina (Rutenia-Europa del Este).Metropolitana de Pittsburgh.

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